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miércoles, 25 de marzo de 2015

Armando Balbín: "Principio tienen las cosas..." (1992)

Aquejada la republica por todo tipo de penurias, el 30 de octubre de 1983 apareció la ansiada serial del retorno definitivo a la normalidad constitucional.

Los puebleros, confiaban en la buenaventura del octavo signo del zodiaco que pronostica un futuro promisorio, otros en el milagro, mientras tanto, alguien, a la manera de un Digo, magullaba:

"De mis cenizas nacera un dia el vengador".

Hubieron quienes preferían que llegara el 10 de diciembre, día de la consagración de las instituciones republicanas, esperanzados en que la flecha de sagitario, puesta al rojo vivo, esparciera humos de incienso sobre las áreas de los corruptos y de los refugiados en aguantaderos financiados por "señores" y "potentados".

Quienes presentían que solo un prodigio podría orientar al presidente electo por la senda de las virtudes y la conducta radical, preferían reservar sus plegarias para la misa de gallo en navidad, buena ocasión para pedirle al Altísimo que libere a nuestra Argentina de los personajes poseídos por ambiciones desmedidas, de los simuladores y los que aspiran emular a Simon el Mago.

Desgraciadamente, el 2 de noviembre, los ebrios de triunfalismo, en lugar de festejar el advenimiento de la democracia como conquista del pueblo soberano, y a Alfonsín el abanderado de la U.C.R., se entregaron a pintar suelos, puentes, muros costosos y "afiches" en todo el territorio patrio, anunciando que el resultado de los comicios, debía asignarse a las dotes personales de Alfonsín, Salvador de un país decadente y de un radicalismo quedantista al que motejaron como "el partido del 25 por ciento".

Luis XIV se creyó grande como el sol, y el dios Egipcio Amón, en un rapto de soberbia, para no ser menos que el sol, añadió a su nombre RA (Rey Sol).

Había que aurolear al promocionado sin curriculum y sin otro distingo que haber sido el Delfín de Balbín desde que ingreso al preparatorio de la política.

Los adictos a una supuesta nueva corriente interna del radicalismo, 4 fingieron ser la avanzada Alfonsinista, resultando una mezcla de fatuidad y petulancia que no bien se incorporo al gobierno, se dio en llamar "Coordinadora" y no bien perdieron las alas quedaron como las mariposas desvestidas.

A partir del dos de octubre de 1983, decía, relegaron, la sigla UCR representativa de la dignidad política argentina, a un rincón de los afiches, notablemente reducida y en el lugar sobresaliente la RA.

Esa táctica tendía a predisponer los ánimos para convencer al pueblo que la democracia reconquistada era "incipiente", de muy "lenta y difícil evolución" y justificar el "destape" como erupción inevitable de la rebosante salud de un país que habla vivido asfixiado.

Olvidaron que "Alpargatas si libros no", fue el inicio de la decadencia del sistema educacional y que "Cinco por uno", fue el anticipo sombrío de la guerrilla y que "Pan, Sidra y circo" desencadeno la dilapidación del erario publico y envileció a un vasto sector dirigencial.

A poco de asentarse en el poder, reeditando hábitos del peronismo, transportaron, gratuitamente a los habitantes del interior hasta la Plaza de Mayo, para que ovacionaran el advenimiento de la "nueva argentina" cuya elaboración estaría a cargo de equipos especializados.

Repitiendo consignas caducas, adecuando exitosas metodologías de tiempos irrepetibles, se mantuvieron de espaldas a los principios y virtudes de la UCR hasta el 9 de julio de 1989, día que dejo de resplandecer en Argentina aquella sensación de buen agüero que experimento Benavente "en cada niño nace la humanidad".

Pocos intuyeron que quien había sido instituido símbolo de la libertad recobrada, ejecutor de la doctrina socio-política-económica de la UCR, lucia carisma sin las convicciones para tan delicado cometido. Carecía del coraje de Alem, de la honestidad intelectual de Yrigoyen, la integridad de Illia, la energía de Larralde, la entereza de Sabatini la dignidad de Balbín y la austeridad de quienes desempeñaron funciones en sus respectivos gobiernos y cargos en los organismos partidarios.

No bien concluí la lectura de ¿Por que Dr. Alfonsin? Sus revelaciones me tentaron a releer y consultar obras de psicoanálisis, psiquiatrías y en particular a Mira López y a HERBERT REART por Paidos, la editorial a quien Alfonsín desde su libro agradece "por haberlo internado en la sociología".

Acudí a Mira y López, porque teniendo yo treinta años de edad, sus paginas clarificaron los conceptos sobre la naturaleza de la entidad humana y singularmente, el porque del proceder de los poseídos por el "odio profesional" que se caracteriza por vanagloriarse de si mismo, restando el debido reconocimiento y merito a quienes lo superan el algo.

Por otra parte, me convencí que no estuvo errado Balzac, en cuanto a que, existen varias memorias, y que dos de ellas, "una es del cuerpo y otra del espíritu".







Fuente: ¡Argentinos! A precaverse contra los que engañan a su partido y al pueblo del Dr. Armando Balbín, 1992.

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