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martes, 27 de enero de 2015

Eduardo Mallea: "El Sayal y la Púrpura" (1941)

En los tiempos en que la gente de mi edad teniamos trece años —dieciséis después del comienzo del siglo— hubo un cambio en la actitud de los argentinos frente al país. En esos dieciséis años se había ido pensando cada vez más al país en términos de vaca holandesa. Opulentos conservadores epilogaban excelentes digestiones sonando con la futura Arcadia nacional, con una especie de país opíparo del que todos — con solo vivir bien y prosperar— podrían obtener en años mas, un fabuloso ordeno. La nación tendría millones y millones de habitantes, y todo andaría con el movimiento suelto e innecesitado de atención de la tierra prometida. 

Entonces, algunos hombres, algunos grupos, luego el pueblo todo, comenzaron a preocuparse, no privada sino general y nacionalmente. Sobrevino un estado de pureza cívica. Y una gran seriedad de conciencia culmino en 1916 con el advenimiento de un gobierno austero y popular. Lo que paso después no interesa al caso. Lo que nos interesa es ese estado nacional de gentes serias, profundamente deseosas de ver a su tierra sanamente conducida: era una gran necesidad civil de decencia contra muchos años de explotación y de fraude. Nadie pensaba en su medro personal. Era una cuestión de limpieza y honor. Era un movimiento de conciencias, de corazones, de almas. Era un estado de nobleza colectiva, de salud nacional.





























Fuente: Eduardo Mallea, El sayal y la purpura, Losada, Buenos Aires, 1941, pag. 10.

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